LA REVOLUCION FRANCESA
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La
Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como el Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Toma de la Bastilla
El 11 de julio de 1789, el rey Luis XVI, actuando bajo la influencia de los nobles conservadores al igual que la de su hermano, el Conde D'Artois, despidió al ministro Necker y ordenó la reconstrucción del Ministerio de Finanzas. Gran parte del pueblo de París
interpretó esta medida como un auto-golpe de la realeza, y se lanzó a
la calle en abierta rebelión. Algunos de los militares se mantuvieron
neutrales, pero otros se unieron al pueblo.
El 14 de julio
el pueblo de París respaldó en las calles a sus representantes y, ante
el temor de que las tropas reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza de la Bastilla,
símbolo del absolutismo monárquico, pero también punto estratégico del
plan de represión de Luis XVI, pues sus cañones apuntaban a los barrios
obreros. Tras cuatro horas de combate, los insurgentes tomaron la
prisión, matando a su gobernador, el Marqués Bernard de Launay.
Si bien sólo cuatro presos fueron liberados, la Bastilla se convirtió
en un potente símbolo de todo lo que resultaba despreciable en el
Antiguo Régimen. Retornando al Ayuntamiento, la multitud acusó al alcalde Jacques de Flesselles de traición, quien recibió un balazo que lo mató. Su cabeza fue cortada y exhibida en la ciudad clavada en una pica,
naciendo desde entonces la costumbre de pasear en una pica las cabezas
de los decapitados, lo que se volvió muy común durante la Revolución.
El Gran Miedo y la abolición del feudalismo
La Revolución se fue extendiendo por ciudades y pueblos, creándose nuevos ayuntamientos que no reconocían otra autoridad que la Asamblea Nacional Constituyente.
La insurrección motivada por el descontento popular siguió
extendiéndose por toda Francia. En las áreas rurales, para protestar
contra los privilegios señoriales, se llevaron a cabo actos de quema de títulos sobre servidumbres, derechos feudales y propiedad de tierras, y varios castillos y palacios fueron atacados. Esta insurrección agraria se conoce como
La Grande Peur (el Gran Miedo).
La noche del 4 de agosto de 1789,
la Asamblea Constituyente, actuando detrás de los nuevos
acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres personales (abolición
del feudalismo), los diezmos
y las justicias señoriales, instaurando la igualdad ante el impuesto,
ante penas y en el acceso a cargos públicos. En cuestión de horas, los
nobles y el clero perdieron sus privilegios. El curso de los
acontecimientos estaba ya marcado, si bien la implantación del nuevo
modelo no se hizo efectiva hasta 1793. El rey, junto con sus seguidores
militares, retrocedió al menos por el momento. Lafayette tomó el mando de la Guardia Nacional de París y Jean-Sylvain Bailly, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, fue nombrado nuevo alcalde de París. El rey visitó París el 27 de julio y aceptó la escarapela tricolor.
Sin embargo, después de estos actos de violencia, los nobles, no muy
seguros del rumbo que tomaría la reconciliación temporal entre el rey y
el pueblo, comenzaron a salir del país, algunos con la intención de
fomentar una guerra civil en Francia y de llevar a las naciones europeas
a respaldar al rey. Éstos fueron conocidos como los
émigrés («emigrados»).
Camino a la Constitución
La Asamblea Nacional Constituyente no era sólo un órgano legislativo sino la encargada de redactar una nueva Constitución. Algunos, como Necker, favorecían la creación de una asamblea bicameral en donde el senado
sería escogido por la Corona entre los miembros propuestos por el
pueblo. Los nobles, por su parte, favorecían un senado compuesto por
miembros de la nobleza
elegidos por los propios nobles. Prevaleció, sin embargo, la tesis
liberal de que la Asamblea tendría una sola cámara, quedando el rey sólo
con el poder de veto, pudiendo posponer la ejecución de una ley, pero
no su total eliminación.
El movimiento de los monárquicos para bloquear este sistema fue desmontado por el pueblo de París, compuesto fundamentalmente por mujeres (llamadas despectivamente «Las Furias»), que marcharon el 5 de octubre de 1789 sobre Versalles. Tras varios incidentes, el rey y su familia se vieron obligados a abandonar Versalles y se trasladaron al Palacio de las Tullerías en París.
La Asamblea Legislativa y la caída de la monarquía (1791-1792)
Bajo la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía
constitucional. El rey tenía que compartir su poder con la Asamblea,
pero todavía mantenía el poder de veto y la potestad de elegir a sus
ministros.
La Asamblea Legislativa se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791. La componían 264 diputados situados a la derecha:
feuillants (dirigidos por Barnave, Duport y Lameth), y
girondinos,
portavoces republicanos de la gran burguesía. En el centro figuraban
345 diputados independientes, carentes de programa político definido. A
la izquierda 136 diputados inscritos en el club de los
jacobinos o en el de los
cordeliers, que representaban al pueblo llano parisino a través de sus periódicos
L´Ami du Peuple y
Le Père Duchesne,
y con Marat y Hebert como portavoces. Pese a su importancia social y el
apoyo popular y de la pequeña burguesía, en la Asamblea era escasa la
influencia de la izquierda, pues la Asamblea estaba dominada por las
ideas políticas que representaban los girondinos. Mientras los jacobinos
tienen detrás a la gran masa de la pequeña burguesía, los
cordeliers cuentan con el apoyo del pueblo llano, a través de las secciones parisienses.
Ejecución del Rey y Primera Coalición contra Francia
En el Manifiesto de Brunswick, los Ejércitos Imperiales y de Prusia amenazaron con invadir Francia si la población se resistía al restablecimiento de la monarquía. Esto ocasionó que Luis XVI fuera visto como conspirador con los enemigos de Francia. El 17 de enero de 1793,
la Convención condenó al rey a muerte por una pequeña mayoría,
acusándolo de «conspiración contra la libertad pública y la seguridad
general del Estado». El 21 de enero el rey fue ejecutado, lo cual encendió nuevamente la mecha de la guerra con otros países europeos. La reina María Antonieta, nacida en Austria y hermana del Emperador, fue ejecutada el 16 de octubre
del mismo año, iniciándose así una revolución en Austria para sustituir
a la reina. Esto provocó la ruptura de toda relación entre ambos
países.
Reinado de terror
Se redactó en 1793
una nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y una
nueva constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio universal. El Comité de Salvación Pública cayó bajo el mando de Maximilien Robespierre y los jacobinos desataron lo que se denominó el Reinado del Terror (1793-1794). No menos de 10 000 personas fueron guillotinadas
ante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. La menor
sospecha de dichas actividades podía hacer recaer sobre una persona
acusaciones que eventualmente la llevarían a la guillotina. El cálculo
total de víctimas varía, pero se cree que pudieron ser hasta 40 000 los
que fueron víctimas del Terror.
En 1794, Robespierre procedió a ejecutar a ultrarradicales y a jacobinos moderados. Su popularidad, sin embargo, comenzó a erosionarse. El 27 de julio de 1794, ocurrió otra revuelta popular contra Robespierre, apoyada por los moderados que veían peligroso el
trayecto de la Revolución, cada vez más exaltada. El pueblo, por otro
lado, se rebela contra la condición burguesa de Robespierre que
revolucionario antes, ahora persigue a Verlet, Leclerc y Roux
.
Los miembros de la Convención lograron convencer al «Pantano», y
derrocar y ejecutar a Robespierre junto con otros líderes del Comité de
Salvación Pública.
La nueva Constitución encontró la oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo diferentes revueltas que fueron reprimidas por el ejército, todo lo cual motivó que el general Napoleón Bonaparte, retornado de su campaña en Egipto, diera el 9 de noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de Brumario) instalando el Consulado.